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El balneario de Ontinyent

El balneario de Ontinyent

VelliscaLa pasada semana se celebró en La Mancomunitat de municipis de la Vall d’Albaida unas jornadas sobre turismo saludable con varias ponencias sobre cultivos ecológicos, deporte, turismo terapéutico en balnearios y otras. Esto último me vino a recordar que algunas enciclopedias viejas aún citaban el balneario de Ontinyent, hace no tanto. Muchos no lo sabrán pero hace un siglo fuimos un destino turístico de primer orden, cuando abrió el balneario de la Salud.

Con su apertura en 1901 Ontinyent y su término con Fontanars se convirtieron en uno de los rincones preferidos de la alta burguesía valenciana. El veraneo aún no se hacía en las playas puesto que el bronceado del sol estaba mal visto. La alternativa era los balnearios de interior, siguiendo la moda aristocrática de los grandes balnearios europeos. Por ello se convierte en un polo de atracción al que se suma cierta recolonización del campo; tras la ruina de los viñedos franceses por la filoxera, el vino sufre una repentina demanda y los precios suben como la espuma. Muchos burgueses invierten en viñedos y ‘reconquistan’ las tierras entre Ontinyent y Fontanars. De ahí la gran época de esplendor de los grandes caserones y fincas del término.

Las casas se compran y reforman, convertidas en palacetes donde el aristócrata vivía casi como un señor feudal, el ‘amo’. Y coincidían en tertulias en el balneario, escenario perfecto y excusa para sus reuniones. Por aquí pasaron el primado Reig, el cardenal Benlloch, la marquesa de Dos Aguas, Teodoro Llorente y la mitad de toda la nobleza-burguesía valenciana. De esta época viene el prestigio que tenía la ciudad a principio de siglo y que le permitió alguna ventaja en posguerra; y de ahí que hasta hoy, muchas casas en Fontanars sigan en manos de grandes familias valencianas.

 Algunas de ellas son obra de los mejores arquitectos valencianos como la desaparecida casa del marqués de Vellisca que ilustra este artículo, obra del arquitecto Joaquín Mª Arnau, conocido por ser autor del palacio de Ripalda y las casas de la calle de la Paz en Valencia. Otras casas destacables por su arquitectura son la de Torrefiel, la de Simó, la Perdiguera o Torre Emilia, chalet de Pla, la de Mompó y tantas otras..

Balneario, casas y campos componían un paisaje perfecto y se convirtieron en un polo de atracción. Fuimos un destino de bienestar, y esto generó una riqueza evidente que se transmitió a la difusión de nuestros productos. No es casual que el meló d’or, los dulces y otros tuvieran su edad dorada, porque aquellos visitantes los consumían, y luego los difundían. Eran nuestros vendedores sin saberlo.

Si pudiera pedir un deseo, pediría recuperar el balneario. Lo haría porque creo que aún disponemos de los mismos atractivos. El binomio Ontinyent-Fontanars mantiene su paisaje, sus casas, su tranquilidad, sus productos y tradiciones. Los visitantes son otros por supuesto, pero existe una demanda en termalismo que se mantiene en los balnearios valencianos vigentes. Y lo haría ligándolo al pasado, como forma de legitimarlo históricamente, como directa continuación del antiguo para darle ‘caché’ y pátina. Y aún más, lo haría con una arquitectura histórica como la que ilustra intencionadamente, como forma de recuperar, y atraer. Sería un modo perfecto de crear un nuevo generador económico, de promover los productos de la zona, de promover actividades complementarias y promover el mantenimiento del paisaje tradicional como requisito indispensable. Imaginar es gratis.

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